Por Sara Lovera
Cimacsemanal
(1169 palabras, 6987 caracteres)
OPINIÓN: Palabra de Antígona
El planeta tiene hoy la gran oportunidad de dar a luz una nueva humanidad, si miramos de otra manera la fiebre migratoria que opera en todo el mundo.
Y, si se es capaz de resolver el miedo y la desconfianza que da el encuentro con el otro y se consigue que ante la diferencia no se responda con el conflicto.
Además se necesita mantener la identidad, sin desviarse a los nacionalismos funestos, que producen la guerra, ante la imposibilidad de reconocer al otro.
De esa manera, así de franca, Ryszard Kapuscinski plantea en cuatro pequeños textos lo que llama el gran reto de la humanidad en pleno siglo XXI. El periodista polaco que murió en 2007, alcanzó a vislumbrar este proceso, en el que afirma que cien nuevas naciones aparecieron en la
segunda mitad del siglo XX en virtud de la caída de los militarismos, la liberación colonial y los procesos democráticos.
Lo que no se pudo resolver en esas casi cien naciones fue su situación demográfica y económica. Miles y miles de asiáticos, africanos y latinoamericanos han iniciado una marcha hacia el mundo "desarrollado". Pueblan sus calles, sus universidades, sus viviendas e incluso empiezan a disputar los espacios de trabajo.
Ahí están los 20 millones de mexicanos y mexicanas en los Estados Unidos; y miles de profesores y artistas polacos, rumanos, húngaros, como en su tiempo lo hicieron los españoles republicanos en México, pueblan auditorios y aulas de universidades, como la Libre de Berlín, en Alemania o la Autónoma de Barcelona en España. En realidad, dice Kapuscinski enriquecen el diálogo y el intercambio.
A todo ello se llama multiculturalidad, el reto es admitir la diversidad y no crear el conflicto. Además este domingo oí decir a un italiano, jefe de una organización de orientación y ayuda al migrante, Giuliano Andriani, que los nuevos ciudadanos y trabajadores en Europa, no pueden considerarse extranjeros.
En ese contexto la migración femenina que busca un horizonte económico y con frecuencia nuevas opciones de vida, está al mismo ritmo que las de los hombres. Familias enteras han mudado su domicilio, creando raíces nuevas por doquier. Según los especialistas esta fiebre ya está planteando a la humanidad grandes retos, porque obliga al diálogo y al intercambio. Y es una oportunidad para no volver ese intercambio conflicto o guerra.
La migración gigantesca nos muestra imágenes hasta ahora impensadas. Los alrededores del Vaticano, por cierto un espacio marcado por una cerca de piedra grandísima, están poblados de vendedores callejeros procedentes de Bangladesh; en los alrededores del Coliseo o la Basílica de San Pedro o el museo del Renacimiento, en todas las zonas turísticas de Roma, están en la
lucha por la vida asiáticos y latinoamericanos. Increíble.
Lo mismo sucede en España. En el aeropuerto de Barajas, en Madrid, lo mismo te atiende una rumana que una colombiana, en la orientación para que no te pierdas en la T4 una de las más complicadas terminales aéreas del planeta.
Y si te quieres peluquear, una estudiante argentina te atiende. Y se sabe que más de cien mil peruanos y peruanas viven hoy en Italia, en cuya capital, Roma, una revista, llamada El País, es el medio de comunicación impreso de la comunidad ecuatoriana.
Porque la comunidad latinoamericana organizada en la península itálica ha conseguido ser representada en el municipio de Roma y las mujeres y los hombres han recuperado sus títulos universitarios y sus profesiones para desarrollarlas en esta antigua ciudad, parece claro que no existe una sola manera de ver esta marcha migratoria, que es dolorosa en muchos sentido y
festiva en otros.
En el norte, en Milán o Taurino, lo que existe es el desarrollo de los negocios y la industria. Ahí también, se dirá, en el área de los servicios, la venta de seguros o la banca, están nuestros hermanos y hermanas latinoamericanos; pero también tienen negocios pujantes y el envío de euros a Latinoamérica empieza a ser muy representativo.
Lo vario pinto y multicultural, sin embargo plantea otros problemas. Hoy se averigua con insistencia cómo es que no ha disminuido la violencia contra las mujeres y aunque en España, con su flamante ley integral que solamente prevé la violencia doméstica, apenas durante las primeras dos semanas de marzo, fueron halladas cuatro osamentas femeninas, mujeres asesinadas en condiciones perversas y dramáticas, como en Ciudad Juárez o Guatemala.
No está claro que sean sus maridos o ex parejas, los responsables. La violencia feminicida se yergue en estas tierras. Es decir el intercambio, el enriquecimiento, la capacidad de enderezar la
multiculturalidad, como la nueva realidad Europea, no está exenta de los horrores del patriarcalismo que también se intercambia y recrea en estos lares.
Por eso el reto, decía Kapuscinsky, que todo depende de quién gobierna y de cómo se acepta esta nueva realidad. Lo decía unos meses antes de morir, con su gran experiencia de viajero-reportero, que ofreció a la humanidad sus crónicas de la liberación de los pueblos y el conflicto.
Y este su libro póstumo, Encuentro con el Otro, parece un testamento periodístico/filosófico, que sólo puede ser resultado de esa mente abierta y experimentada de un periodista de temas internacionales que va ahí, a donde está la noticia, directamente.
Kapuscinski, con estos ensayos se nos revela filósofo e intimista. Sus reflexiones de quién soy, su sinceridad al contarnos cómo su relación con los africanos le obligó a darse cuenta de su color de piel y cómo el blanco está relacionado con la conquista, el oprobio y también con la prepotencia
y el poder.
En esa línea escuché el domingo hablar a un enjambre de mujeres peruanas, ecuatorianas, venezolana y a una mexicana que viven en Italia, contando cómo han superado su migración, cómo luchan por integrarse y mantener los lazos de identidad, cómo y por qué se dicen en voz alta, continuamente, que se pueden superar y que pueden vivir, a pesar de haber dejado familia y con frecuencia hijos y padres en el otro lado del Atlántico.
A pesar de todo ello, los europeos y los gobiernos de los Estados Unidos no quieren ver este cambio en el mapamundi.
De acuerdo con las tendencias, a mediados del siglo XXI la mitad de la población en los Estados Unidos será latinoamericana y asiática, porque han dejado de migrar a su territorio los irlandeses.
Europa, aunque nadie quiera acordarse, es una mezcla de vikingos, árabes y romanos, que hoy, donde quiera que se le vea, se nutre de originarios de Bangladesh y Ecuador, de Marruecos y Perú. Sólo en la ciudad de Roma, en Italia, viven hoy 20 mil peruanos y peruanas, se calcula que son 100 mil en todo el territorio románico cuyos antecesores un día dominaron al mundo.
Que todavía no se ha terminado la historia, me queda claro.
Mientras tanto se siente gozoso mirar a esta mujeres superadas; a las que dejaron al marido y a las que encontraron una nueva vida y que están a punto de lograr decirse eso, sin culpa.
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