Por Suyai García Gualda para Artemisa noticias
Argentina, 19.10.2009
'Los cuerpos de las mujeres están repletos de significados culturales y sociales. Los cuerpos de las mujeres son sitios donde se dan batallas políticas y morales. Son estos cuerpos, que la comunidad, el estado, la familia, la iglesia y el mercado mediante controles patriarcales, los transforman en expresiones de las relaciones de poder. Es así que los cuerpos de las mujeres están en el centro de propuestas autoritarias o democráticas' .
Durante el debate de la tan discutida ley de medios, nuestro Senado sacó varios 'trapitos al sol', lo que permitió que una vez más nuestros dirigentes mostraran su incompetencia y necedad. Un claro ejemplo de esto fueron las palabras del Senador Saadi (Catamarca) al sostener que el caso María Soledad no fue más que un simple crimen pasional.
¿Qué intereses se ocultan detrás de esta afirmación? Sostener que los asesinatos de las mujeres (como el caso María Soledad, Triple Crimen Cipolletti, etc.) son 'crímenes pasionales' o 'crímenes sexuales' es una forma o estrategia de quienes detentan el poder para ocultar que se trata de feminicidios corporativos. Estos crímenes de poder presentan cierto tipo de características distintivas, entre ellas una relación directa entre el cuerpo de la mujer y la territorialidad. El cuerpo es un lugar privilegiado para significar el dominio y la potencia cohesiva de una colectividad, de hecho la asociación cuerpo- territorio ha dado origen a numerosas normas morales y religiosas. Aquí aparece el control de los cuerpos como expresión del patriarcado , de un sistema en el cual el poder y la masculinidad son sinónimos que atraviesan todo el tejido social inculcando odio y desprecio por el cuerpo femenino.
Estos grupos de poder demuestran su dominio y capacidad de acción a través de la violación del cuerpo, mientras instalan un discurso violento y temor generalizado. Frente a estas situaciones el Estado, la mayoría de las veces, actúa como cómplice ya sea porque sus miembros son parte activa de estos grupos o simplemente con su inacción.
¿Hasta cuando seguiremos siendo cómplices de esta violencia –explícita- que ejercen desde una banca nuestros representantes? ¿Hasta cuando seguiremos siendo súbditos de una seudo democracia? Pues surge la extrema necesidad de debatir hasta cuando se seguirá institucionalizando la violencia de género, porque de lo contrario es en vano que sigan discutiendo leyes en nombre de los DD.HH, de la pluralidad, equidad y justicia social.
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