viernes, 25 de septiembre de 2009

Uruguay- Estado Español: Entrevista a Elvira Altés

Entrevista con la periodista Elvira Altés*
por Mariangela Giaimo para la revista Brecha.

Montevideo, 25 de septiembre 2009



“Si precarizamos la profesión debilitamos la democracia”

Esta especialista en periodismo con enfoque de género habló con Brecha sobre los peligros de la precarización del trabajo periodístico y el consecuente debilitamiento de la democracia, la espectacularización de las noticias sobre violencia y las desventajas que sufren las mujeres en esta profesión.

Mariangela Giaimo

—Por estos lados hay un debate sobre la construcción de las noticias, sobre si la abundancia de notas policiales es una demanda del público o un capricho de los medios que crea una enorme sensación de inseguridad…

—Hay un espectacularización de la violencia. De la violencia de carácter policial o doméstica. En este último caso es el espectáculo público de la violencia privada. Se muestran las partes más morbosas. Es un periodismo que se sitúa como crónica policial, cuando se tendría que marcar como una noticia que vulnera los derechos humanos. No es un acontecimiento casual sino un síntoma de la sociedad. La espectacularización evidencia, pero al mismo tiempo banaliza. Y se hace para vender. En los casos de violencia doméstica no hay una causa y un efecto, sino un hombre que no ha sido capaz de dirimir sus conflictos de una forma dialogada y utiliza la violencia contra un ser que considera inferior. Hay que desmontar la idea de la supremacía del hombre con respecto a la mujer.

—En esa espectacularización hay que mostrar todo. ¿Qué opina sobre el uso del derecho a la imagen?

—En la televisión española se muestra la sangre del suelo y luego se ve el cuerpo de la mujer envuelto en un saco de plástico. ¿Eso aporta algo? Las elipsis están muy bien para poder contar en palabras y no utilizar imágenes que pueden vulnerar los derechos de las personas. Es como cuando se le pregunta a los vecinos sobre la relación de la pareja, ¿eso aporta algo a la información? Hay mucha pereza por parte de los periodistas –y me duele decirlo porque soy del palo–, que deben buscar otras fuentes especializadas –como grupos de mujeres e instituciones– y no quedarse sólo con el parte policial. Las simples declaraciones no son noticias, son falsos acontecimientos. Los periodistas tienen que presentar la información bien contrastada y jugar, así, a favor de la ciudadanía.

—Pero este mecanismo ¿responde a una lógica patriarcal, o de producción rápida de noticias según la lógica de mercado?

—Creo que se conjugan las dos y hacen un bucle perverso. No creo en las conspiraciones. Pero hay rutinas periodísticas de enfocar y construir las noticias que son ideológicas. Cuando se enfocan los escenarios policiales se hace para mostrar lo que está mal y sancionar. Por eso es necesario tener formación y recursos. Las empresas periodísticas tendrían que pensar y reflexionar antes sobre qué tipo de fuentes, palabras e imágenes hay que utilizar. Las preguntas son: ¿esto agrega información?, ¿el saco de plástico aclara más lo sucedido?, ¿o sólo se le añade impacto emocional? La utilización de la música de películas como fondo de las policiales es un recurso bastardo. Se maltrata intelectualmente al espectador, porque ese subrayado musical es como una indicación de lo que debe sentir. Y al mismo tiempo se abarata el producto periodístico. La música es un recurso fácil en contra de la investigación y la confrontación de fuentes. Hay que mantener una mirada periodística y no policial: mostrar personas y no delincuentes sin presunción de inocencia. Por aparecer en esas imágenes son culpables. Y eso no está dentro de las características del Estado de derecho.

—¿Cómo impactó la crisis económica mundial en los medios y en esas lógicas de producción? ¿Han cambiado los contenidos periodísticos?

—Ha habido movimientos subterráneos y prejubilaciones. Eso es terrible, porque ¿de quiénes van a aprender los nuevos periodistas? Los periódicos se venden cada vez menos y se consulta mucho Internet. En la red existe la participación de las personas como periodistas –por ejemplo en blogs–. Pero en esos espacios no hay necesariamente un trabajo con normas éticas, garantías y valores profesionales. El periodismo es necesario. Si precarizamos la profesión de periodistas debilitamos la democracia. Si una periodista no tiene una empresa o respaldo que le permita investigar malas prácticas políticas o empresariales la corrupción aumenta y todo es menos transparente.

—En el periodismo ibérico ¿es común el contenido informativo con enfoque de género?

—En España a esos temas les llaman “blandos”, porque son los que no tienen importancia en la agenda. Sin embargo, veo que cada vez más se plantean notas en las que se muestra cómo viven las mujeres una situación o cómo viven los hombres determinadas actividades que hasta hoy habían sido femeninas. Esto se logra gracias a que en España se desagregan las estadísticas por sexo. De esta manera, por ejemplo, vemos cómo el desempleo afecta a hombres y mujeres y nos damos cuenta de que hay diferencias –según lo femenino y lo masculino– con respecto al acceso al trabajo, los estudios o la dirección de una empresa. Hay muchos aspectos que quedan invisibles porque se muestran desde un solo punto de vista, que es el androcéntrico. Según el seguimiento quinquenal de un observatorio mundial, si aumenta la representación femenina en los medios es como víctimas de la violencia o en el ámbito del entretenimiento. No puedo evitar pensar que en ambos casos están expuestas a una gran vulnerabilidad. Unas porque son maltratadas o asesinadas, y las otras son carne de exhibición sin cerebro. Desde el punto de vista profesional, las mujeres periodistas son las que viven mayor precariedad y tienen más dificultad para llegar a puestos de decisión. Son las que deben elegir entre la profesión o la maternidad, si se dedican a temas “blandos” tendrán menos posibilidad de promoción y credibilidad profesional, si se dedican a temas duros serán vistas con muchas suspicacias por parte de sus compañeros. Ser mujer periodista tiene algunos hándicaps. Hemos hecho estudios sobre egresados de comunicación: hay un 85 por ciento de mujeres en esta carrera, pero quienes llegan a tener un cargo o estar fijos en el medio son primero los hombres. Las mujeres se quedan en los gabinetes de comunicación o en las revistas femeninas.

* Especialista en análisis con enfoque de género de los medios de comunicación. Participó de las II Jornadas Nacionales de Periodismo con Perspectiva de Género (16, 17 y 18 de setiembre), actividad organizada por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), del Ministerio de Desarrollo Social, y con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (aecid) y la Comisión Intermunicipal de Género del Congreso Nacional de Intendentes.

Periodismo de género

—¿Qué es el periodismo con perspectiva de género?

—Es el que piensa a la sociedad como formada por hombres y mujeres que intervienen de distintas formas tanto en el ámbito público como el privado. Significa ver dónde están situadas las mujeres y los hombres desde una mirada amplia y plural. Este abordaje descubre que hay mucha diversidad y diferentes “formas del hacer” para contar. No es periodismo feminista. ¿Ahorran distinto los hombres que las mujeres? ¿Cómo afecta eso en la propiedad privada? ¿Hay más casas a nombre de mujeres que de hombres? Cuando nos hacemos estas preguntas y comparamos con lo masculino, ampliamos la mirada y descubrimos cosas muy distintas.

—La especialista española Raquel de La Calle Hidalgo está escribiendo una guía de criterios para la incorporación del lenguaje inclusivo en las comunicaciones –internas, externas, y en los formularios– para las intendencias de Montevideo, Canelones y Maldonado. La comunicación “inclusiva” ¿es realmente una herramienta de cambio o se queda en lo “políticamente correcto”?

—El lenguaje crea, convoca y hace visibles las cosas. Las mujeres casi siempre quedan ocultas detrás de un genérico masculino. Con el lenguaje se pueden encontrar formas de nombrar sin excluir. En vez de decir “los uruguayos” se puede nombrar “la población uruguaya” y las mujeres se pueden sentir más incluidas. El lenguaje políticamente correcto tiene su razón de ser en el deseo de no ofender a los colectivos. Las mujeres no somos una minoría pero sufrimos lo que algunos autores nombran como “aniquilación simbólica”; no estamos representadas, o de estarlo es bajo estereotipos simplistas. Además el lenguaje inclusivo también va en favor de los hombres, porque de esta manera sabremos cuándo estamos hablando solamente de ellos, de ellas, o de ambos.


Altés es profesora de periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y coordinadora de la revista trimestral Mujeres –de la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña–* y autora de Imágenes de las mujeres en los medios de comunicación (2000); El sexo de la noticia (2000); La prensa por dentro. Producción informativa y trasmisión de estereotipos (2002); Las mujeres periodistas en el tiempo de la República (2007), entre otras publicaciones.

* http://www.adpc.cat/Revista_Dones

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