por Cristina Canoura
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La gente que la conoce dice que, por su extremo idealismo, Alda Rodríguez está unida a la tierra por un hilo de oro. La tierra que la sujeta y por la cual se desvela esta ingeniera agrónoma se encuentra a 400 kilómetros de esta capital. El lugar se llama Tacuarembó y es uno de los 19 departamentos en que está dividido Uruguay, al centro del su territorio. Nacida y criada en el campo de Tacuarembó, esta mujer de 41 años, madre de cuatro hijos, formada en Uruguay y con un doctorado en la Universidad Agraria de La Habana, no se convencía de que en su país pasara inadvertida y desaprovechada la riqueza natural de su zona, aun para sus propios habitantes, muchos de los cuales viven en fincas de hasta 40 hectáreas sin poder satisfacer siquiera sus necesidades básicas. A su regreso al país, en 2003, fundó Batoví-Instituto Orgánico del Uruguay (conocido con el acrónimo BioUruguay), una sociedad sin fines de lucro dedicada a la promoción de sistemas sustentables de producción orgánica. Esa institución pone en práctica sus principios en la "Granja Ecológica Abambaé", ubicada a 12 kilómetros de Tacuarembó, una distancia que Alda recorre a diario en bicicleta.
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