lunes, 11 de octubre de 2010

Perú: Una mujer gobierna Lima

Por Zuliana Lainez

Fuente: Liliana Hendel.Com


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A mitad de la efervescente carrera electoral había una sentencia clara: Lima tendría alcaldesa. La primera electa por voto popular, en su historia. Y así fue. Un golpe de efecto en la política peruana que se ha ido tejiendo a pulso. Los antecedentes más cercanos: una mujer en el Ministerio de Economía –una cartera rígida, silenciosamente separada, la mayoría de las veces, para hombres-. Mujeres al frente de rectorados universitarios, emprendimientos económicos reconocidos nacionalmente, y hasta en la dirección de medios de comunicación –aunque aún una sola mano basta para contarlas.

Ello quizás responda a la radiografía país: en el Perú la población femenina es ligeramente superior a la masculina (50.3%, según el último censo oficial). Ello quizás responda a un acceso más fluido a la educación y a la especialización (no sólo en la carrera universitaria, en los estudios de postgrado la presencia de la mujer comienza a ser avasallante). Ello quizás responda a una mirada más inclusiva que se ha ido forjando desde las bases, que se ha ido labrando paso a paso desde los proyectos sociales y desde los propios hogares, que aún camina lento en la parte rural, pero que en la ciudad empieza a mirar a hombre y mujer con mayor equidad. El ingreso de la mujer al campo laboral –arrasador- ha marcado pauta también. Ha dejado ejemplo de una nueva forma de liderazgo –que se repite hasta el cansancio- no es el calco del masculino, sino uno más democratizador.

El reto para las mujeres que llegan es hacer camino para las que vienen detrás. De sus propias gestiones dependerá sentar huella. Alguna vez en Lima, cuando se implementó aquello de la “policía femenina” para la dirección del tránsito, se le preguntó al ciudadano de auto y de a pié qué percepción tenía de ellas. La respuesta fue unánime: “son incorruptibles, duras, hacen cumplir la ley”. Un balance qué da para un análisis independiente.

En el caso de la política a la mujer le ha tomado –desde que ejerce su derecho al sufragio- 57 años gobernar, por voto, la principal ciudad del Perú. Si bien en 1963, Anita Fernandini de Naranjo ejerció por primera vez las funciones del gobierno municipal, lo hizo por designación del Ministro de Gobierno y policía de la época: Germán Pagador Blondet. Sin embargo, Susana Villarán escribirá su nombre en ese listado de titulares de la alcaldía en el que los dos nombres seguirán siendo pocos frente a los 376 alcaldes que han gobernado.

A Susana Villarán durante la campaña –muy virulenta- se le dijo de todo. Desde su cercanía con la izquierda peruana, al sindicato de maestros del país, hasta el propio cuestionamiento de su origen –no humilde- que para sus detractores era caldo de crítica constante –por su arraigo en el voto de los más desposeídos en el país-. Lo único que no se le atacó durante la campaña fue su condición de mujer. Ello quizás porque la guerra nada santa para tumbarla en las preferencias del electorado quería inclinar la balanza hacia otra mujer. Eso fue bueno. Fue bueno porque no se acentuaron paradigmas en una sociedad con vestigios aún de corte machista en el que frente al volante no falta un “quédate en la cocina”, “vete a cocinar” o “mujer tenías que ser”, cuando se produce una lid en medio de una usualmente congestionada calle limeña.

Ver a dos mujeres en campaña ha sido grato. Se ve, se siente, se olfatean otros modos, otras miradas, otras ganas de ejercer la política. Candidatos a la alcaldía han habido –seis más, además de ellas- pero no pudieron romper el monopolio de las preferencias. El electorado estaba claro: Lima esta vez sería gobernada por una mujer.

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