No fue una cuestión menor reencontrarse con viejas y queridas amigas, muchas de ellas nobles militantes del feminismo europeo, otras aguerridas luchadoras de países latinoamericanos donde las periodistas son asesinadas por ser periodistas, pero también por ser mujeres. O conocer personalmente a quienes sólo reconocía por sus palabras. No fue poca cosa encontrarse con más de un centenar de compañeras y compañeros (muchos menos, lamentablemente) de 16 países de habla hispana.
Allí estaban –por nombrar algunas-
Montserrat Minobis,
Tona Gusi,
Nuria Varela,
Sara Mas,
Elena Crespo,
Lucía Lagunes. Y también las jóvenes
June Fernández, flamante coordinadora de Euskadi (País Vasco),
Wahida Hamid Haider de Jordania y la anfitriona del próximo Encuentro,
Saida Boudaghia, de Marruecos.
Como novedad, asistieron integrantes de la incipiente Red de Suecia, encabezadas por Anne Jalakas, cuya desbordante simpatía disimuló con creces su absoluto desconocimiento del español. Precisamente esta inédita presencia anglosajona, así como la definitiva integración de la Red Mediterránea, que incluye países del Oriente próximo, motivó una de las más importantes decisiones desde lo organizativo de la RIPVG: que los documentos que se produzcan sean publicados también en inglés y francés.
Las dueñas de casa, encabezadas por Fabiola Calvo, multiplicaron sus esfuerzos hasta la extenuación para resolver los -hasta días antes graves- problemas de infraestructura y organización. La enorme tarea de Calvo y de las voluntarias de la Red Colombiana (todavía en plena formación), así como el apoyo de la progresista Alcaldía de Bogotá, permitió que a la hora de inaugurar el Encuentro, las áreas logísticas más sensibles como alojamiento, comida, acreditaciones y traslados, estuvieran cubiertas con eficiencia, calidez y simpatía por parte de las coordinadoras.
En cambio el abigarrado programa, abundante en exposiciones y con serios problemas para el cumplimiento de los horarios, terminó por convertirse en un verdadero lastre en las últimas 36 horas, cuando el devenir de los acontecimientos preanunciaba un áspero y sobre todo prolongado debate plenario para definir las propuestas organizativas y de acción para el bienio 2010/2011. Estos aspectos organizativos, producto del crecimiento de las redes y del interés público que despiertan los encuentros en los países en los que se realizan, son una asignatura pendiente para la próxima coordinación.
El crecimiento de las redes
El informe sobre la actividad de cada una de las redes mostró a las claras lo que veníamos observando desde hacía meses: la RIPVG, en sus seis años de vida, experimentó un notable crecimiento con la incorporación de jóvenes estructuras organizativas de Bolivia, Colombia, Perú, Venezuela y El Magreb, así como un significativo aumento del número de integrantes de las redes pioneras. Una mención especial merece el informe ofrecido por la Red PAR, el único reporte que realizó un pormenorizado análisis cualitativo de las actividades cumplidas en Argentina durante el bienio pasado.
El crecimiento y la experiencia previa también se tradujeron en la conformación de comisiones abiertas para trabajar en temas sustanciales, tales como la de Nuevas Tecnologías para dinamizar web, blog y redes sociales; de Capacitación para inventariar y socializar información y recursos, y la Comisión de Denuncias, Seguimiento y Acompañamiento a mujeres periodistas víctimas de violencia de género.
En cuanto al plan de acción de la RIPVG para el próximo bienio, se aprobó íntegramente la propuesta de la Red PAR, que consiste en focalizar las acciones en tres aspectos vinculados a los temas más urgentes a atender por las y los periodistas: la lucha para la erradicación de la violencia de género –que en algunos países como Argentina consistirá en el reclamo de incluir la figura del feminicidio en el Código Penal-; la denuncia y erradicación de la trata de mujeres, y la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres según la realidad de cada país o red. Por pedido especial de redes de América y el Mediterráneo, se agregó la movilización a favor de la paz en los países en conflicto, y el seguimiento especial de la situación de las mujeres periodistas en esas regiones.
Un aspecto novedoso es el método: cada país o red realizará acciones en su territorio según la realidad en la que esté viviendo, pero con consignas comunes y el apoyo efectivo de toda la Red Internacional. Este criterio tuvo especial influencia en la elección de Marruecos como sede el IV Encuentro, a realizarse en 2011, que permitirá un desembarco mundial de periodistas con visión de género en una de las regiones más conflictivas del planeta, tanto por sus luchas internas y externas como por la discriminación y violencia a que son sometidas sus mujeres.
Horizontalidad e inclusión
Desde la primera hora del primer día del Encuentro, sobrevoló entre los asistentes un sordo debate: cómo se resolvería la coordinación de la Red Internacional, ahora que el mapa había cambiado con la incorporación de por lo menos cinco redes nacionales y multinacionales. En el bienio 2005-2007, la coordinación –una especie de comisión ejecutiva- estuvo en manos de México, país sede del Primer Encuentro y cofundador de la RIPVG. Entre 2007 y 2009 hubo una coordinación colegiada entre México, la Red PAR de Argentina y la Red Española, esta última una supra-estructura que comprende más de cinco redes regionales.
Nunca sabré bien por qué, pero la coordinación siempre ha despertado pasiones políticas entre algunas lideresas de las redes. En realidad, su capacidad de maniobra es más bien reducida, no reporta beneficios económicos e importa muchísimo trabajo. Para ilustrar: entre las funciones de las próximas coordinadoras internacionales, el Encuentro de Bogotá manda dinamizar la ejecución del plan de acción, agilizar la comunicación de toda la RIPVG y acompañar a la organización de próximo encuentro.
También, prescribe establecer un sistema de pronunciamiento público global ante cada situación que lo demande, denominado Alerta24, que fue tomado de la exitosa experiencia de la Red PAR; dar apoyo a las redes que lo soliciten e incidir en políticas públicas para que las disciplinas de periodismo y ciencias de la comunicación incluyan en sus estudios algún curso o posgrado sobre el uso no sexista de lenguaje en la profesión periodística.
Como puede verse, nada demasiado especial. Sin embargo, acaballadas en la marea del entusiasmo se escucharon algunas propuestas disonantes para elegir la futura coordinación, cuyo particular mecanismo terminaba acotando la designación a tres redes: la anfitriona del Encuentro, la anfitriona del próximo Encuentro y la siempre presente España, que participaría de la elección en cualquier caso, propuesta defendida –a veces con excesiva fogosidad- por Colombia.
Demás está decir que las representantes de PAR se opusieron categóricamente a votar esta iniciativa, que excluía no sólo a otras redes sino a sus cientos de integrantes, merced al voto de quienes -en muchos casos fortuitamente- habían podido concurrir a Bogotá. Fue ése el momento en el que la marea pareció hacernos perder el derrotero.
Pero como felizmente siempre ocurre en estas organizaciones feministas horizontales, tras largas horas de debate y con gran protagonismo de las delegadas de PAR, Mónica Molina y Liliana Hendel, así como de la representante de México Lucía Lagunes, se logró un consenso inclusivo un minuto antes de la finalización oficial del Encuentro.
No habrá descarte de redes, y hasta 2011, el Estado Español, PAR, México, Perú, Colombia, Nicaragua y Marruecos compartirán alternativamente la Coordinación. En Marruecos el tema volverá a debatirse, en especial para definir cuál es la capacidad decisoria de estos Encuentros y cuánto vale un voto de sus asistentes. Pero antes, las redes deberán publicar sus propuestas en la RIPVG, para que todos y todas sepamos de qué se está hablando.
Fue un digno final para un digno evento, en el que se intercambiaron experiencias y saberes, y se debatió largamente sobre el rol de las/os periodistas ante la ofensiva reaccionaria producto del agravamiento de la crisis internacional y el recrudecimiento de sus lacras: la discriminación, la explotación, la intolerancia y la violencia.
En resumen, el III Encuentro de Bogotá fue un pretexto y un contexto. Un pretexto para vernos, disfrutarnos, querernos, conocernos. Y un contexto para encauzar las futuras acciones de cerca de un millar de periodistas en pos de un mundo más justo, en un marco de paz, igualdad y tolerancia.
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