Si ya se que
la primera parte del título de este artículo da nombre a un libro que Erich Fromm escribió en 1941, pero no
voy a reflexionar sobre ese libro que hace mucho que leí y que me enseñó un
nuevo concepto de libertad.
Hoy quiero
reflexionar sobre dos noticias aparecidas en prensa esta misma semana y que dan
mucho que pensar sobre ese temor que el patriarcado tiene a la libertad de las
mujeres y los castigos que impone cuando se traspasan algunas líneas preestablecidas
por el mismo patriarcado.
La primera noticia dice: “Una
cofradía retira el título de dama a una niña que abortó”. El título
en sí mismo ya da una idea de la crueldad con que se ha actuado en el pueblo
cordobés de Rute que es donde han acontecido los hechos.
De nuevo los de faldas largas y negras no se han cortado un pelo en
imponer sus criterios a una niña de quince años sin tener en cuenta el daño
moral provocado a esta mujer preadolescente que ya habrá sufrido lo suyo al
tener que interrumpir voluntariamente su embarazo para poder continuar con su
propio crecimiento y construcción como persona. Pero al parecer a misógino de
faldas largas y negras le ha importado muy poco hacer público un acto que es
absolutamente privado creándole problemas de toda índole a esta joven mujer,
con tal de imponer su dogmatismo y su radicalismo religioso.
Es un claro ejemplo de injerencia de la religión en lo que se debe
considerar la intimidad de las personas. Y también es un ejemplo de cómo a
estos de faldas largas y negras les importa un pito la vida de las mujeres y no
les duele prenda castigarlas por un hecho que ellos consideran que no está
bien, pese a ser legal, porque no podemos olvidar que, si la niña cumplía con
los requisitos exigible por la actual y vigente ley, es un acto legal, por
mucho que les pese a ellos y a toda la Curia Apostólica Romana, con el Papa
incluido. Y, quiero insistir en esto: Pese a sus presiones y a sus injerencias
en política, actualmente sigue en vigor
la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la
interrupción voluntaria del embarazo.
El temor de estos de faldas largas y negras a la libertad de elección
de las mujeres, a que podamos decidir no ser madres, a que podamos elegir
saltarnos sus normas a la torera, a no escuchar sus misóginos postulados, en
definitiva su miedo a nuestra libertad para elegir cómo y con quien queremos
vivir nuestras vidas les lleva a situaciones como la descrita en donde no les
importa llevar las situaciones al límite sin importarles el dolor ajeno que han
provocado ni a ser verdaderos esperpentos dignos de la inquisición en pleno
siglo XXI.
Es del todo incomprensible en cómo se erigen en guardianes de la moral
pública y al tiempo en sus colegios practican y ejercen actos con menores que
no sé yo si se podrían calificar de ejemplares.
Y, al mismo tiempo y dentro de su conocida hipocresía, a quienes
manifestamos publica y reiteradamente nuestra voluntad de apostatar e incluso
confesamos actos que son merecedores de ser excomulgadas directamente, no se
molestan en responder a nuestras peticiones. Y yo lo repito de nuevo y por
enésima vez: Quiero ser excomulgada de una vez por todas!!! Y no voy a repetir
todos los motivos que expuse en mi escrito porque son muchas y no quiero
aburrir a nadie. Pero, al igual que otras muchas mujeres, tenemos confesados
por escrito muchos hechos que implican la excomunión y no lo han hecho. ¿No se
le puede llamar a eso incoherencia e hipocresía? Yo creo que sí, pero así son
ellos, mucha falda larga y negra y poco coherencia…
Y la segunda noticia que quería comentar en la que también se demuestra
el miedo a la libertad de las mujeres que se tiene en ámbitos relacionados con
las tradiciones, es la polvareda que ha levantado la portada de la revista EGF
and the City en la que aparecen dos mujeres, vestidas de falleras
dándose un beso de enamoradas.
Por supuesto han sido entrevistadas en todas partes y han aparecido en
todos los medios valencianos y no valencianos como ejemplo de valentía al salir
vestidas con el traje típico de falleras, que lo son, y declarando públicamente
su condición de lesbianas con este atuendo.
El mundo de las fallas, por si alguien no o conoce, no se caracteriza,
salvo honrosas excepciones, por ser progresista y esto ha encendido la polémica
como no podía ser de otro modo, y sobre todo en las redes sociales, en donde
como siempre, hay opiniones encontradas.
Las dos mujeres afirman que son falleras desde hace muchos años y
pareja desde también hace unos cuántos están orgullosas de ser como son y de lo
que han hecho, pero son conscientes de que tienen muy difícil, por no decir
imposible llegar a ser alguna de las dos Fallera Mayor de Valencia.
Y es que a pesar de la maravillosa luz que tiene Valencia, a pesar de
la ironía y las críticas que se vierten en los monumentos falleros en donde
está permitida la burla, la crítica, la sátira, etc, la realidad del mundo
fallero es otra bien distinta y salirse de ”la normalidad fallera” también se
paga. Veremos cómo se comporta el Arzobispo de Valencia en este caso y si les
impide desfilar en la ofrenda de flores a la Virgen (si ellas deciden salir,
por supuesto), por ejemplo, lo cual visto lo visto, tampoco me extrañaría demasiado.
Y es que cada día estoy más convencida de que quienes nos (des)
gobiernan en la actualidad y la jerarquía eclesiástica nos tienen miedo a las
mujeres y por eso se comportan como lo hacen, reforzando el patriarcado, y
favoreciendo con sus normas que la parte simbólica de los roles heteroasignados
socialmente esté más consolidada.
Tenemos muchos ejemplo de lo que digo en las reformas impulsadas por
este ejecutivo que preside Rajoy, “El Ausente”, que todo hay que decirlo.
La reforma laboral, favorece que las mujeres volvamos a casa a ejercer
de cuidadoras informales y no retribuidas. La reforma educativa no favorece
para nada la igualdad real en la educación obligatoria. La reforma de la ley
anteriormente citada sobre la interrupción voluntaria del embarazo nos castiga
a las mujeres a gestaciones no deseadas o, lo que es lo mismo a ser seres
gestantes sin capacidad de decisión sobre nuestros propios cuerpos. La reforma
de las pensiones nos castiga mucho más a las mujeres como consecuencia de no
haber podido cotizar por no trabajar. Y así un largo etc que, seguramente no
cabría en este artículo.
Y ese miedo atávico que ha vuelto a aparecer a la libertad de las
mujeres tienen que ver, desde mi punto de vista, con la capacidad de procrear,
porque somos dadoras de vidas y además, se nos ha otorgado el papel de
cuidadoras de esas vidas que damos. Pero si nos rebelamos a ese mandato y
decidimos no dar vidas, el capitalismo se resiente y el capitalismo como muy
bien sabemos, está en manos masculinas, es patriarcal y está sustentado por las
religiones monoteístas que predican siempre la superioridad del varón sobre las
mujeres.
Y las mujeres, cuando pedimos libertad e igualdad, cuestionamos todos
esos mandatos y, por eso ha de ser reprimida y castigada esa ansia de
libertades que continuamente y a lo largo de la historia hemos demandado las
mujeres.
Pero no van a poder pararnos. Y lo saben. Por eso legislan para
reprimir y en contra de los derechos de las personas y particularmente de las
mujeres. Pero no se saldrán con la suya. Somos muchas y estamos cada día más
enfadadas con ellos y se lo vamos a hacer pagar en las urnas, en todas las
urnas en las que podamos votar.
Desde esta atalaya pido, desde ya que no votemos a los opresores que
legislan lo que les mandatan los de faldas largas y negras. Por eso mi
particular campaña electoral ha comenzado ya y mi reivindicación de todas las
libertades para las mujeres, para todas las mujeres y niñas, no va a pararse.
Ontinyent 16 de marzo de 2014.
tmolla@telefonica.net
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