Por Tere Mollá Castells
Hoy es jornada electoral
para que de las urnas salgan cincuenta y cuatro eurodiputadas y eurodiputados.
Parece que el trabajo de estas
personas se realiza lejos y que su repercusión en nuestras vidas es mínima.
Pero no es así. Sus decisiones nos influyen y bastante más de lo que creemos.
El sector de gente que se escuda
en no ir a votar porque no “se siente representada” por el actual sistema
electoral ni por sus representantes y que preconizan la abstención generalizada
va en aumento. Y además algunas personas se atreven a decir frases del tipo
“comienzo a pensar que con Franco se vivía mejor”. Asco y repugnancia son dos
expresiones que resumen lo que me producen.
Con estas actitud antidemocrática
olvidan muchas cosas. Olvidan que tuvo que correr mucha sangre de mujeres y
hombres para que hoy tengamos esa posibilidad. Olvidan que Franco y sus
secuaces asesinaron a gentes que defendían la libertad y dejaron morir de
hambre y de extenuación a centenares de miles de personas que consideraban
peligrosas, en campos de concentración y a quienes usaban como esclavos
laborales mientras era útiles, o sea, hasta justo antes de morir. Olvidan que
dejaron a varias generaciones con el miedo metido en el alma por temor a ser
denunciadas por seres viles que servían al fascismo. Olvidan que el fascismo es
uno de los grandes aliados de estas actitudes del “no me mojo, porque todo el
mundo es igual”.
Pero es mentira. No todo el mundo
es igual. Y en política tampoco. Pero quedándonos en casa y no yendo a votar
favorecemos que estemos desgobernados por los hijos y nietos del franquismo.
Porque son los mismos.
Leí esta semana en una red social
una frase que decía: Un pueblo que elige
a corruptos no es víctima, es cómplice”. Me parece una magnífica definición
para expresar lo que mucha gente sentimos. Pero no nos quedamos en casa.
Salimos a votar y votamos a quienes consideramos gente honesta. Y nunca a
descendientes del fascismo. Más bien todo lo contrario.
Pero quien se queda en su
casa, sin votar, ni sentirse representado, sin hacer nada, ni decir basta y
salir a manifestarse ante las brutales injusticias que se están cometiendo, ni
levantar su voz, aunque sea de forma virtual, quienes no se mojan en nada ni
secundan una huelga general por que son “convocadas por los sindicatos que se
han vendido”, quienes creen que feminismo y hembrismo son lo mismo y se quejan
de que “las mujeres de hoy no aguantan nada y machacan a los hombres jóvenes”
me producen una profunda repugnancia.
Y ese asco y esa repugnancia
viene de saber que son gentes que se autoproclaman “antisistemas” pero sólo
para oponerse a los actos democráticos y convocados por organizaciones
democráticas o por la propia ciudadanía.
Me producen asco, porque son
chupópteros del propio sistema del que se aprovechan en todo lo que pueden. Me
producen asco, porque en realidad lo que preconizan y practican es una feroz
actitud antidemocrática envuelta con un “toque de modernidad aparente”.
Su mezquindad se ve
reflejada en sus actos de sumisión absoluta al poder, pero pretenden hacer
creer que esa misma actitud es subversiva. Creen que han ganado batallas y
están de vuelta de la democracia y que esta no sirve para nada, puesto que está
llena de gente corrupta. Las considero personas mezquinas, cobardes y miserables
que anteponen siempre los intereses personales a los generales.
Son gentes que, a pesar de
tener hijas e hijos trabajando en otras partes del mundo consideran que esa
situación está desvinculada de la política. Que el hecho de que las condiciones
laborales se precaricen y las pensiones no den más de sí, nada tiene que ver
con ir a votar. Que un importante número de mujeres hayan tenido que abandonar
sus trabajos con lo que ello comporta de cara a sus futuros y sus presentes,
nada tiene que ver con su condición de “apolíticos”. Que haya niñas y niños que
no pueden nutrirse correctamente no va con ellos puesto que seguramente “sus padres
y madres serán holgazanes”. Que defienden posiciones como las de que “la gente
inmigrante viene a robarnos el poco trabajo que hay y a beneficiarse de nuestro
nivel de vida”.
Ese tipo de gente, está en
nuestro vecindario, en nuestros trabajos, en nuestras redes familiares. Y una
de sus característica es su sordera selectiva a la hora de escuchar otros
argumentos. Y se repiten, y vuelven a sus vacuos argumentos y nada les saca de
su cobardía para enfrentarse a la injusticia o a un poder mal ejercido “porque
total, todos son iguales”.
Mentira, todos y todas no
son iguales. Y como no son iguales, lo voy a ilustrar con un ejemplo: El viernes por la noche dos
radicales reventaron martillo en mano el último mitin de Izquierda Unida en
Santa Cruz de Tenerife y, al parecer los de siempre, los vinculados al
fascismo siguen queriendo imponer sus ideas, incluso por la fuerza como aparece
en la noticia.
El mayor recorte en derechos
sociales, civiles, etc. han venido de la mano de los sucesores del fascismo que
son quienes nos desgobiernan y que no tienen ningún empacho en recortar las
libertades ciudadanas de quienes les cuestionan o en navegar por las redes
sociales como Twitter para detener a quienes opinan de forma que ellos
consideran ofensiva.
Pero antes, a los
diferentes, a los que no somos iguales, el fascismo nos ha mostrado sus peores
caras en forma de amenazas de palizas, muerte, insultándonos, despidiéndonos de
nuestros trabajos y llevándonos a situaciones extremas del tipo que sea, pero entonces
los “apolíticos”, tampoco pensaban que iba con ellos y los fachas de siempre
han campado a sus anchas. Al menos los fachas saben porqué actúan aunque no me
gusten ni un pelo.
Pero la gente de “no, yo no
iré a votar, porque no quiero con mi voto ser cómplice de tanta corrupción” me
produce una profunda repugnancia por cobarde, mezquina y miserable.
Son los herederos de los
chivatos comprados por el régimen que han conseguido transmitir el miedo
atávico a sus descendientes. Miedo que ahora camuflan con ser antisistemas y
por no querer ser cómplices.
Y quizás no sepan que su
actitud victimista “no cuela” porque son los mayores cómplices del sistema que
dicen rechazar. Ellos y ellas sabrán.
Ontinyent, 25 de mayo del 2014.
tmolla@telefonica.net
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