Por Tere Mollá Castells
Iniciamos
curso escolar y lo hacemos mal. Lo hacemos con treinta y seis mujeres
asesinadas por terrorismo machista. Con la reforma de la ley del aborto que
Gallardón pretende imponernos a las mujeres para devolvernos a las cavernas.
Con una reforma de las pensiones que empobrecerá mucho más a las mujeres
pensionistas que a los hombres. Con los de faldas largas y negras de la Conferencia
Episcopal crecida y gobernando en la sombra y con el más espantoso de los
ridículos de Ana Botella en Buenos Aires.
Estos, son
algunos de los temas, pero hay más, muchos más pero me niego a desgranarlos
todos, porque todos tienen el mismo origen: el feroz capitalismo patriarcal que
se está asentando en el mundo.
El
desmantelamiento de los servicios públicos y la privatización de los mismos aumenta
exponencialmente la brecha social y de clases y, por ende, la brecha de género.
Las mujeres estamos viviendo con mayor virulencia que los varones, esta crisis
que no sólo económica, también lo es de valores al cuestionar las mismas raíces
del estado de bienestar que se había construido con la solidaridad de casi toda
la sociedad. Y esa solidaridad, esa cierta equidad en el acceso a los recursos,
hay un sector de la derecha más recalcitrante que no lo ha podido soportar y
estamos comenzando a vivir los resultados.
Y, de la misma
manera que la ultraderechona de este país no podía permitir que la hija de un
trabajador textil acabara una o varias carreras, puesto que ese espacio
académico estaba reservado para sus hijas e hijos, esa misma derechona recalcitrante
no podía permitir que se caminara hacia una cierta e incipiente igualdad entre
mujeres y hombres.
No se podía
seguir permitiendo que hubiera formación en igualdad de oportunidades para
formar personal técnicamente cualificado para ejercer esas funciones. No se
podía permitir que algunas Universidades impulsaran grados y postgrados en
estudios de género y por eso han decidido actuar para acabar con todo eso y
volver al sistema de sometimiento de las mujeres. La derechona patriarcal y
capitalista junto con los de faldas largas y negras de la Conferencia Episcopal
imponen, de nuevo, sus normas y lo hacen a golpe de decreto y de recortes.
Y mientras
recortan derechos socialmente adquiridos y se crecen en su mayoría absoluta, la
corrupción campa a sus anchas por los territorios de este Estado llamado
España.
Y para que las
mujeres no nos desviemos demasiado del camino que ellos nos han trazado y a
través de discriminaciones indirectas pero no invisibles, intentan devolvernos
a las cavernas de los hogares y de los derechos negándonos incluso el derecho a
decidir sobre nuestra maternidad y sobre nuestro cuerpo.
Y, por
supuesto nos matan con su terrorismo machista no reconocido jurídicamente, pero
muy presente en la vida de las mujeres con diferentes formas y manifestaciones.
No hace falta que nos maten para ser víctima de ese terrorismo. Algunas de las
decisiones que ha tomado, toma y tomará este Gobierno, atentan contra nuestros
derechos humanos como lo es el decidir sobre nuestro cuerpo.
La violencia
de género estructural que están imponiendo con sus decisiones es, también, una
forma de terrorismo que busca segregar, someter y, de ese modo, desnudar de
derechos. Y lo hacen cada día, con cada decisión. No es nada casual. Está
ideológicamente diseñado para llevarnos a un tipo de sociedad empobrecida y
sometida tanto económica como en valores.
El hecho de
que este verano, los cachorros del PP hayan sacado a pasear símbolos nazis y
que no haya pasado nada es todo un símbolo de lo que ya se cuece en sus sedes y
estos cachorros están crecidos y son menos prudentes en sus manifestaciones.
El hecho de
que se siga asesinando a mujeres sin ninguna condena por parte de los máximos
dirigentes del gobierno no se sequen la lengua condenándolas, también es un
símbolo de lo que nuestras vidas de mujeres les importan.
El hecho de
que incluso por parte de algunos hombres de algún sector pretendidamente
progresista se siga pensando que los temas relacionados con la igualdad, con la
denuncia de las diferentes manifestaciones del terrorismo machista, etc son
cosas de las mujeres, también es simbólico y nos habla del famoso “pacto de
caballeros” nunca escrito, pero siempre presente.
De ese modo
sigue siendo noticia que una señora sea la primera Presidenta de un Gobierno autónomo
(de lo cual me alegro muchísimo sea dicho de paso), en lugar de serlo, el hecho
de que el señor que dimitió lo hizo por problemas relacionados con la
corrupción. Pero en el colmo de la perversión informativa, lanzan la noticia de
sus capacidades a la hora de acabar una carrera o sobre el modelito que llevaba
para su toma de posesión y apenas de habla del contenido de su discurso. ¿Se
hubieran derramado los mismos chorros de tinta sobre los ropajes y complementos
si quien tomaba posesión hubiera sido un hombre?, ¿Acaso este tratamiento
informativo, no es segregador y refuerza toda una batería simbólica sobre roles
heteroasignados a mujeres y a hombres?, ¿Acaso no es esta forma de tratamiento
en la información una forma de violencia de género estructural, permitida y
consentida socialmente?
Mi sensación
en este primer artículo de la temporada es que comenzamos mal e iremos a peor,
porque esta gentuza ya ha decidido política e ideológicamente que no quiere una
sociedad igualitaria y con simetría de derechos. Ha decidido que nos quiere con
un claro sistema de castas sociales bien definido y a las mujeres poco menos
que “en casa y con la pata quebrada” o lo que es peor y que comentaba de broma
(o al menos así quiero pensarlo) un conocido mío: “ Darle más derechos a las
mujeres es construirles una cocina más grande”.
Tenemos
trabajo y mucho por delante y en todos los ámbitos. Pero no van a poder
arrebatarnos lo que nos queda: la dignidad de la lucha por combatir esta
sinrazón a la que nos quieren llevar.
Y por
supuesto, en nuestra mente y en nuestro corazón el recuerdo y el homenaje
continuo a las asesinadas por ser mujeres y que ya son más de mil doscientas
cuarenta y cinco (1.245) en los últimos diecisiete años.
Comenzamos mal
pero estamos convencidas de las razones que nos llevan a seguir luchando por
una sociedad más igualitaria en todos los sentidos y sentimos la dignidad de
ser luchadoras por esa igualdad social. Y esa es nuestra fuerza.
Ontinyent 8 de setembre de 2013.
tmolla@telefonica.net
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