Por Tere Mollá
El pasado día
tres de julio, alrededor de las diez y media de la noche, recibí una llamada de
teléfono de una mujer a quien he respetado y respeto mucho. Me anunciaba que el
premio que ella misma me había comunicado unas semanas antes que me habían
concedido, había sido recusado por no ajustarse a las bases.
El premio en
cuestión era el que bianualmente otorga la Asociación de Mujeres en los Medios
de Comunicación AMECO y que llevan por nombre “Prensa-Mujer”.
Como es de
imaginar la mezcla de sentimientos fue bastante importante, puesto que yo no
pedí ese premio y fui propuesta por la propia organización que ahora lo
recusaba, por no ajustarse a las bases. Unas bases que, obviamente desconozco y
que al parecer no contemplan la posibilidad de otorgar dichos premios a mujeres
que no contemos con ciertos requisitos.
La decepción
fue importante. La rabia intensa. El dolor profundo y precisamente por eso
decidí no escribir de inmediato sobre lo ocurrido y dejarlo reposar durante
unos días.
Llevo
colaborando con AMECOPRESS.NET varios años y siempre con una relación
satisfactoria creo que para ambas partes.
Somos
relativamente pocas las mujeres que escribimos con perspectiva de género y
algunas, entre las que me encuentro somos autodidactas en nuestra formación en
género y en nuestra militancia feminista. Nunca he necesitado un título
universitario para escribir y denunciar las desigualdades a las que seguimos
sometidas las mujeres precisamente por ser mujeres. Ni para hacerle frente al patriarcado.
Para mi el
feminismo no entiende de clases sociales, de estatus, de formularios o de
títulos universitarios. Entiendo el feminismo como una filosofía de vida. Como
una manera de entender que ante el patriarcado todas las mujeres somos víctimas
y no puedo segregar entre mujeres jóvenes, niñas, adultas o mayores. Entre
mujeres lesbianas o heterosexuales. Entre chinas, árabes, afroamericanas o
europeas. Entre gruesas o delgadas. Entre sanas o enfermas. Entre mujeres con
diversidad funcional o mujeres sin esas características. Y no entiendo esas
diferencias porque creo que el lastre cultural que nos ha sido impuesto es tan
duro de llevar que la igualdad que exijo con respecto a los hombres, la vivo
dentro del mundo de las mujeres y, por tanto soy de las que pienso que mientras
haya una sola mujer cuyos derechos humanos sean agredidos, el feminismo será
necesario.
Por eso mismo,
mi compromiso feminista y mis escritos quincenales llevan siempre el mismo
denominador común: Denunciar al patriarcado en todas sus formas y en todas sus
expresiones, en la medida de mis posibilidades y de mis conocimientos. Y en
eso, nunca tuve problemas.
Nunca me
definí como periodista. Siempre dije que hacía opinión y que, como mucho podría
ser comunicadora. Me siento cómoda dejando las cosas claras.
Este incidente
polémico ha conllevado el mejor de los premios: el reconocimiento y el cariño
de mucha gente conocida e incluso desconocida que me ha hecho sentir su
solidaridad conmigo ante la recusación del premio.
Son tiempos
difíciles para todo y también para el movimiento feminista que ante las
continuas agresiones que sufrimos con cada decisión que toma el Gobierno, las
mujeres somos la principales perjudicadas y, por tanto hemos de permanecer
unidas y fomentar la solidaridad en todas sus formas y de todas las maneras
posibles.
Y ya no hablo de premios ni
de reconocimientos. Hablo de sumar esfuerzos para plantar cara y para continuar
reivindicando el mantenimiento y refuerzo de los servicios públicos como
garantes de una cierta igualdad ciudadana y, en ese sentido hemos de estar
todas y todos los que creemos en una sociedad mucho más igualitaria y justa que
la actual y a la que nos han abocado estos (des)gobernantes que tenemos y que
son pura esencia patriarcal. Y un buen ejemplo de lo que digo son las
propuestas que la ministra Mato va a llevar al Consejo Interterritorial de
Sanidad en el que pretende dejar fuera de la cartera básica de servicios la
reproducción asistida a las mujeres que decidan ser madres sin un hombre a su
lado, como mujeres lesbianas por ejemplo o mujeres de más de cuarenta años que
decidan formar una familia monomarental.
Ante este tipo de agresiones
a nuestros derechos, no puede haber fisuras ni corporativismos en el movimiento
de mujeres que luchamos con las herramientas con las que cada una cuente. No
podemos abrir diferencias. Debemos permanecer unidas, puesto que, aparte de no
ser muchas, cada una tiene su propia manera de entender el mundo y la vida y
así lo plasmamos cuando escribimos, fotografiamos, construimos informativos,
formamos, denunciamos y nos manifestamos, exigimos el cese de los recortes,
hacemos política y sindicalismo con perspectiva de género, señalamos el
neomachismo, educamos a la ciudadanía en un uso no sexista de los lenguajes, denunciamos
sistemáticamente el terrorismo machista y a quienes desde diferentes instancias
lo fomentan o lo permiten mientras miran a otro lado.
La dignidad no la da,
solamente un reconocimiento público por ser arquitecta, periodista, abogada,
reportera, auxiliar administrativa o señora de la limpieza. La dignidad se
conquista con trabajo continuado en la lucha por construir un mundo mejor y más
igualitario. Y en ese trabajo constructivo sumamos todas y todos y no han de
caber diferencias puesto que hablamos de IGUALDAD y en ese espacio hemos de
estar las mujeres y los hombres que creemos firmemente en un mundo mejor y con
mayores tasas de equidad, en la ausencia absoluta de terrorismo machista y de
denuncia sistemática de conductas sexistas, heteroasignadas y segregadoras.
Para segregar ya tenemos al
que, seguramente pasará por ser uno de los peores ministros de la era Rajoy, a
Wert. Claro que para superar al tándem Mato-Ruíz Gallardón en todo lo que
suponga suprimir derechos a las mujeres e intentar apropiarse de nuestra
libertad sobre nuestros propios cuerpos, ya es difícil…
Para segregar por cualquier
motivo, tenemos demasiados elementos en contra y considero que los movimientos
feministas y todas las personas y organizaciones que los conformamos de una u
otra manera, hemos de aunar talentos y resultar atrayentes para convencer a más
personas que, al ir descubriendo ese mundo oculto de desigualdades, se sumen a
la denuncia y a la batalla cotidiana de desmontar el patriarcado,
convirtiéndose en agentes activos en cada uno de sus campos de actuación.
No podemos permitirnos
despreciar ni una sola voz, ni un solo escrito de denuncia ante la agresión
continuada del androcentrismo que nos sigue complicando la vida cada día.
Por todo ello, considero que
el trabajo de las compañeras de las agencias de noticias AMECOPRESS.NET, LA
INDEPENDENT, CIMAC, y tantos otros espacios de comunicación y trabajo
feminista, ha sido y es fundamental para crear redes de solidaridad y denuncia
de esa opresión continuada llamada patriarcado. Y desde estas líneas todo mi
reconocimiento para ese trabajo realizado.
Y por eso mismo también y
pese a lo ocurrido, desde mi coherencia feminista no voy a dejar de colaborar
con AMECOPRESS.NET.
Pero si les pido, desde mi
condición de comunicadora y colaboradora desde hace años que revisen las bases
de sus premios para que no vuelva a pasar lo que ha ocurrido este año y dejen
fuera de sus reconocimientos públicos a mujeres que pueden estar aportando su
militancia feminista, su trabajo y su talento de forma desinteresada y
gratuita.
Y ya para finalizar, desear
a todas las personas que lean estas letras un feliz descanso veraniego que nos
permita afrontar el duro otoño que se nos viene encima con fuerzas y
compromisos renovados.
Ontinyent, 21 de julio de 2013.
tmolla@telefónica.net
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